lunes, 17 de mayo de 2010

¿Padre nuestro? ¡Hermano mío!

 

No es tan necesaria la disciplina a los ocho años para que el niño se coma la verdura como a los dieciséis para que se la siga comiendo.
Y no carguemos las tintas a una palabra (“disciplina”) en cuyas raíces encontramos el valor del esfuerzo como determinante para lograr discernir. Solo los autoritarios abusan, también de ella, en su provecho
Pues es fácil jugar con las palabras para profanar fe y esperanza de quien aun no ha aprendido a penetrar y comprender el significado último de las cosas. Tomemos por caso esta canción de Mago:”Padre nuestro” y argumentemos:


1)    Si  Dios no existe,  qué le reprochamos nada. Deberíamos cambiar ‘padre’ por ‘hermano’. Y ciertamente, lo dicho por la canción tendría pleno sentido de acusadora sentencia para el hombre
2)    Si dios no existe no vale decir: “no soy un dios, nada puedo hacer por mi hermano que sufre y muere”; ni tampoco: “no soy un dios para exigir de mi hermano cese en su locura de creerse superior porque el destino (esa suerte caprichosa) le ha puesto en la mano armas con las que infravalorizar y someter  a su vecino.
3)    Y si dios existe como existe el hombre, deberíamos  decidir quién de los dos es más poderoso
4)    Y si decido que es Dios Padre, entonces antes de reprocharle nada, debería acordarme: “¿dónde está tu hermano?”


Andamos pregonando lo que hacemos mal como si fuera escusa suficiente (y nada necesaria) para ya darlo todo por perdido. Y es la forma más fácil de endiosarse: “Yo digo: esto no tiene remedio”
Al así hacerlo, perdemos lo más valioso de nosotros: nuestra humanidad. Al renegar del Dios Verdadero aceptamos sin reparos los engañosos demonios a los que vendemos nuestra alma sin dudar porque el invierno que nos venden es tan frío… (se nos invita a escuchar en otra canción, por cierto)
Podemos leer incluso en post de ordenes religiosas: “los matrimonios civiles ya igualan a los religiosos”; y también: “el show de las primeras y últimas comuniones”. Decir, decimos, sí; ¿y hacer, qué hacemos?
Pues vuelvo al principio, a ver si bajan algunos, desde curas hasta su altísima jerarquía: ¿En cuántas parroquias hay grupos de post-comunión? ¿En cuántas hay juniors? ¿En cuántas hay jóvenes que participen y alegren nuestras celebraciones?
Yo también añadiré algo: De todos, al pié de la cruz sólo estuvo el joven discípulo. Bienaventurado quien pese a las edades que el mundo impone, al perder desgraciadamente la inocencia de niño, aún así, joven y amado se siente. Dichoso el que para ellos trabaja y con ellos comparte.
Ellos son el futuro de la Iglesia; pese  a  ella. Sobre todo por ella; porque deben aprender de ella.


¿Cómo van a llamar Padre a un Dios que no conocen (nadie les habla de El) si deseosos de llamarse "hermanos" el mundo les engaña como a "primos"?
La Verdad; enseñemos de verdad. Lo demás, vendrá por añadidura.


En el amigo, feliz Pentecostés.

2 comentarios:

  1. Feliz Pentecostés para tí también, amigo y hermano.
    Yo añadiría una pequeña línea a esta excelente reflexión: los niños son el futuro de la Iglesia y por eso mismo, deben ser su presente.
    Hoy se forman, hoy se pueden perder, hoy, ahora mismo, es Jesús quien insiste que los dejen ir a Él.
    Cada niño perdido y cada niño hambriento debería avergonzarnos e impulsarnos a una conversión que se traduzca en esa fé de la que habla el apóstol Santiago, la fé expresada en hechos concretos.
    Un abrazo
    Paz y Bien
    Ricardo

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  2. Hola Su Chico:

    Mira la verdad es que hay muchos niños que cuando ya han hecho la Primera Comunión, luego si te he visto no me acuerdo.
    Y entonces si que se convierte la Ceremonia puede ser puro Teatro.

    La Fe debería ir cuidándose día adía.

    Un abrazo, Montserrat

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