Si bastasen un par de canciones para decir lo que siento, ¡para librarme de lo que siento!
¿Cómo os diría que alcanzáseis...?
Dentro de pocos días hará veintitres años que tuve un grave accidente de tráfico. El caso es que poco antes, trágicamente, en otro de ellos, perdío la vida la hermana de un buen amigo; su melliza, que iba con ella, sí pudo contarlo pese a las muchas heridas. Fuí al hospital y como tantos ni pensé que aquello jamás pudiera acontecerme. Triste vanagloría la del hombre
Hoy, con más de quince años de oficio en mi haber, uno de mis alumnos le ha partido la cara a otro; y para nada figuradamente hablando. No ha sido la primera pelea que he visto en un instituto; ni la más grave; ni la que ha precisado de más presencia policial: pero sí la primera, seria, entre alumnos míos
¡Ha sido tan grande mi impotencia!¡Ha sido tan grande la rabia con que le pegaba!... no más porque no "le consentía que le hablase asi"
Pocos días antes, otro alumno 'conflictivo' amenazaba a un compañero docente. ¿La respuesta de nuestros directivos? Se les pasó el plazo para poder expedientarlo...¡a la siguiente será!
Si se sienten impunes para poder amenazar a un profesor ¿cómo no chulearán a sus compañeros?
Lo más triste (¡ay! aunque no más que el sentimiento de su madre cuando acuda a su casa) es que el alumno agredido, pese a estar en el PCPI -un grupo de marginados, a qué ocultarlo- es un buen chico, potencialmente un buen candidato a los ciclos formativos de formación profesional.
Lo más triste (¡ay!) es que no tendrá más remedio que devolver SETENTA VECES SIETE cada uno de los golpes recibidos; de lo contrario...
Y yo quedo para ir mañana al médico, a por una baja -por piedad- Para no irme al patrón, lloro en silencio
Más, como nunca hay dos sin tres, a vosotros mis amigos pregunto:
¿dónde los hombres, dónde?
jueves, 29 de abril de 2010
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SU CHICO:
ResponderEliminarHola es muy triste la violencia en los Institutos, mi hijo Albert, el más joven, cuando tenía 16 años lo tuvimos que sacar dlIinstituto donde estudiaba automoción, por culta de las violencia que ejercian algunos compañeros contra él.
Luego le quedaron, muchos traumas. Y es un chico con depresiones
Pienso, que la educación, también debe empezar en casa, por parte de los padres.
Antes teníamos un respeto hacia los profesores. Como no cambie esto no se donde vamos a parar.
Bueno rezaré por ti. Änimo.
Una abraçada, Montserrat
No, no reces por mí; llora por ellos
ResponderEliminarBueno, sí; llora también por mí
Creo que lo que sientes es muy fraternal y generoso. No seamos soberbios en creer que todo lo sabemos yque todo lo podemos resolver.
ResponderEliminarEl que reza y se encomienda al SEÑOR recibe su ayuda.
Un saludo
Amalia
Doblemente tienes razón, zarina
ResponderEliminarIncluso de nuestra desgracia podemos ser soberbios
Y toda encomendación al Señor es poca; El que pidió se le apartara precisamente de lo que solamente El podía resolver.
Pero llorando aprendió a obedecer y así conseguir que nosotros podamos sonreir
¡Gracias por estar ahí, sois la mejor medicina!
La respuesta la encuentras en el Evangelio de hoy: YO soy el Camino la Verdad y la Vida.
ResponderEliminarCamino. Podemos detenernos en (el) Camino.
¿Dónde? En el Camino.
Respetos camineros.
Natalio
Sí es lamentable que no se pueda hacer nada, ni tan siquiera a nivel de dirección y comprendo tus sentimientos de impotencia, 30 años atras en una popular cafetería de las Ramblas de Barcelona, un hombre pegó brutalmente a la mujer que le acompañaba y después le clavó la navaja en el abdomen, pensó que la había matado y delante de todos los que tranquilamente estabamos tomando nuestra consumición, se nos atragantó. El hombre allí mismo, se rebanó ambas carótidas falleciendo en pocos minutos.
ResponderEliminarLo grave, es que lo de pegar a u compañera en público ocurría día sí y día no. Pero nadie hizo nada
La violencia de unos paraliza a otros y si se quiere que haya justícia, posiblemente no la encontrará porque no hay madurez, ni sentido de moral.
No tienen toda la culpa los chicos, bien lo sabemos, pero tú tampoco pudiste hacer nada.
Con ternura
Sor.Cecilia