viernes, 29 de octubre de 2010

Zaqueo

Zaqueo era un personaje público; ello puedo deducirlo fácilmente de la fuente (para mi acreditada) que cita una ráfaga de su vida.
La figura pública actual más cercana a él pienso que es la de un político. No importa  su programa ni el color de su discurso.
Pues los políticos, como ningún otro personaje al uso, saben moverse en la “legalidad vigente” como un mamífero (advenedizo, eso sí) en el agua.
Pero lo legal, no importa cuán hartos estemos de sufrirlo, para nada es lo justo.
Que se lo digan a tanto niño mimado por sus padres, cuando éstos solo por la vergüenza de verse al fin señalados, duramente le castigan hoy lo que ayer impune consentían. Pudiera el hijo comprender que lo bueno de ayer, hoy no lo es tanto… con cierta paciencia y metodología del que ahora cambia sus esquemas y conceptos a su comodidad e incluso beneficio. Pero renegará, insisto, del que a base de sangre –suya– pretenda imponer su nueva legalidad vigente.
Y Zaqueo era escrupulosamente legal; como los políticos de siempre. Sí; porque, entendámonos: cuando un político disgrega su propia legalidad deja de serlo y se convierte en simple delincuente. El genuino político es un animal legal tal como el resto de los humanos somos animales sociales o socializados.
La moraleja, de siempre, es que para nada basta con ser legal; ni siquiera de oro fino.
Hay que ser justo. La justicia va más allá de la legalidad; sobre todo de la vigente.
Por eso Zaqueo, al enfrentarse al (cuanto menos para él) Justo ente los justos, no puede sino reconocerse pecador (en nuestro contexto, digamos legal) y exclama arrepentido: “Si de alguien me hubiese aprovechado le restituiré cuatro veces…” Notemos el condicional “si”, siempre en lo políticamente correcto. Pero Zaqueo quiere ir más allá: de haber sido así no responderá con más legalidad; sino con lo que él quiere creer justo: el doble de lo legalmente establecido.
Sí. Zaqueo, insatisfecho de legalidad, anhela un algo más. ¿Le llamamos plenitud, perfección, bondad? ¿Acaso Amor?
Los creyentes pudiéramos decir que esto último; los no creyentes quizás un simple sentirse a gusto y en paz consigo mismo.
Para unos y otros, sin duda, sentir en esta vida que solo para los heridos de muerte por el amor hay salvación.

domingo, 24 de octubre de 2010

Sexismo y otras cancionelas

Desde hace mucho tiempo quería escribir esta entrada en nuestro Blog, pero ¡ay vanidad! siempre encontraba un sentimiento que la arrinconaba en mi razón.
Pero hoy aprovecharé; para cambiar de tercio.
Recientes acontecimientos han sacado a la palestra, como tantas otras veces de forma recurrente, la cancioneta del sexismo. En esta ocasión, además, en la política como contexto.
Yo que creía que esta gente era como los ángeles divinos esos…
Pero obtenemos lo que cultivamos.
Por cierto, ¿sabíais que muchos cultivos –y también ocurre en la ganadería– son más productivos si les “riega” con música?
Aunque, quiero creer,  para nada entienden la letra cuando lo que escuchan son canciones.
No entendería yo el aumento de producción de otro modo
¿Qué me explique? Desde luego. Sin que me hagan falta dos coj… como dice la canción que estoy escuchando ahora
Es un tópico que, hasta mi generación al menos, las más grandes fomentadoras del machismo fueron nuestras propias madres (No viene al caso suavizarlo con “la sociedad” –femenina, por cierto-)
El segundo honorífico lugar deben ocuparlo las canciones; bueno, ya que no con las primeras, cederé ahora: alguna de ellas.
Sobre todo aquéllas que confunden generosamente el amor con deseo, atracción o directamente  con el sexo.
Con todo, a lo que iba, en las canciones bien se nos adiestra para seguir el rol asignado a cada género:
Las más emotivas, cómo no, las cantadas por las féminas: entregan al macho todo, dispuestas a hacer todo a tu voluntad, dispuesta a hacer todo lo que te dé la gana, qué me importa… ¡Qué romántico! Y lo más, a mi entender, es cuando añade la letra: toda, aunque mi vida corra peligro.
Se nos debería enseñar (de una forma tan preciosa como, en conjunto, esta canción) que el Amor jamás pone en peligro la vida; ni de lejos.
Pese ello, parece que a los hombres ha de gustarnos que las mujeres arriesguen y se entreguen “por amor”: hazme tuya hasta que muera de dolor… ¡qué no daríamos por cantarla a dúo con una bella dama! ¿O no?
Aunque, bien pensado, no: nosotros somos más sobrios y puntualizamos mejor la “experiencia” de cada cual: Ella es la que alegra y endulza mi cara//La que aguanta mis malos humores//Y encima de todo se calla//Ella es a la vez tan jovencita y tan loca//Para mí siempre será la primera//A pesar de conocer a muchas otras
Nada como que ellas sean las vírgenes y nosotros… ¡el virginiano! (por lo del rifle, digo)
¿Estoy siendo muy duro y, es más, desvirtúo el sentir –que no el decir– de las letras?
Tal vez. El amor, el romanticismo, todo lo disculpa: ¿A qué persona no le gustaría que su ex amante diera cualquier cosa para retenerla?
Sí; también aquí hay diferencias según el sexo. Ella al mismísimo ángel negro daría hasta su alma; es más abrazaría al diablo sin dudar. Y es que por “amor” ellas no dan valor a su alma (seguramente por ser de tan reciente concesión)  por más que al “Patas” le encanten para su barbacoa
Nosotros somos más serios en estos santos temas y simplemente negaríamos el sacramento en el mismo momento que ella…
Para terminar (he de hacerlo de algún modo) una curiosidad: tanto los pecados capitales como las virtudes antagónicas de éstos, son femeninos. Poner nombre a las cosas es tarea masculina.
El Amor, sin embargo, no tiene sexo.
(Cosa distinta es que disfrutemos de él; especialmente cuando hay amor del bueno)
(Y qué culpa tengo yo que el reproductor se corte a la altura de la muj)

sábado, 16 de octubre de 2010

Ni siquiera nacer querría, sin tí. (Fábula)

Ni siquiera nacer querría,
sin tí.


¿Para qué el infinito anhelar
si tú no eres mi comienzo
para a tí regresar?


Ni siquiera nacer querría,
sin tí.


¿Cómo no rechazar la eternidad
si tú no eres mi compañera;
tú, mi punto final.


Sin tí,
ni siquiera nacer querría...

(
   Y así sentía, cuando en lo alto unas voces oyó:

-  ¡Ni malos hongos se ven!
-  Normal... a esos, ¿quién los quiere?
   ¡Bastante con no darles una patada!

)

martes, 12 de octubre de 2010

Las Pilares de la Tierra

María, Virgen Celestial, Madre Terrenal; es judía, como el monte Carmelo.
La mayoría de los judíos pueden aceptar sin mayor problema que sea madre.
Y como a muchos otros mortales, les chirría que lo sea virgen.
Pero para nada aceptarán: Celestial.
Madre adoptada, también por el Mayor hermano de Juan.
Madre Celestial sobre un terrero pilar, acudiendo al consuelo de su hijo.
Virgen viajera.
Virgen del rio que va al mar, allende el Sol.
Madre nativa de otros nuevos ríos, sedientos de su tierra y despojados de  hasta de lágrimas que arrastrar.
Celeste cauce de almas hermanas que comparten el Mar.

Una misma María, Virgen.
Tres celestiales Pilares de este nuestro mundo terrestre.
¿El cuarto pilar...?
El cuarto habrás de encontrarlo tú.

domingo, 3 de octubre de 2010

A cada palabra que ando

Va mi espíritu como estos primeros días de otoño: 
aunque el mediodía es cálido y apacible... 
¡los amaneceres serían tán frios sin tu presencia! 
En mi garganta, 
los sentimientos siguen amontonándose; 
como minúsculos granos esperando su paso de ecuador
en el eterno reloj de arena que, sin pausa -sin querer tenerla-, marca digitalmente -infinitésimamente- 
mi eternidad.
Así va mi callada espiritualidad
 ... y esta ágria sensanción de meter la pata a cada palabra que ando.