martes, 31 de agosto de 2010

Mi tierra

Los recuerdos de mi infancia duermen en un olvido que el tiempo, paciente y  tierno, sigue acunando.

Con apenas tres años, salía a su encuentro gritando: "¡Padre Poncho... Padre Poncho...!"
Al parecer, una prima mía, criada por mis abuelos maternos, así los llamaba al oírselo decir a mis tíos: "madre" o bien "padre". Y como llegado el caso había que distinguir a los naturales padres, la cosa quedó como "Madre Paca" (mi abuela) y "Padre Alfonso" (mi abuelo 'Poncho')


Y como un niño que no quiere dormir, aunque pasado de sueño, motivado por tanto nuevo estímulo, me niego a olvidar aquellos campos que recorriera a grupa de una burra cargada de sarmientos.
Ya no existe esta vista desde el recodo de la calle "El Pozo de la Nieve" donde me paraba (ahora ya se porqué) de buena mañana, camino a casa de unos cabreros, con mi lechera, a por el desayuno de cada día.

Apenas recuerdo poco más.
Con cinco años nos vinimos a Valencia, a un barrio que como yo, por los nuevos tiempos, perdió su tierra.

viernes, 27 de agosto de 2010

Esperanza

Amores que saben de mi dicen que tengo fe suficiente.
No se.
Creo que no.
No sé si es fe o una apuesta razonable.
Dicen que la fe es un don de Dios.
Y yo siempre he tenido (¿cómo diría?) cierta intuición.
En ciencias, la intuición, "una idea feliz", equivale traer a la luz lo que antes andaba oculto.
Un cambio de variable, una suposición quizás arruiesgada... y lo que hasta ayer era imposible de alcanzar, hoy es como un sencillo corolario; algo que se deduce fácilmente no ya de una fe sino de unos hechos comprobados.
Sin embargo, las ideas felices, como la fe, sólo sirven para problemas y situaciones muy concretas, particulares, singulares; la idea que obvió la dificultad de un momento es fe sin fundamento en el dilema siguiente.

No se si tengo fe.
Pero siempre he tenido esperanza.
Madre Esperanza.
Sangre de su sangre
y huesos de sus huesos,
eso soy.
Madre de mis miedos, de mis temores; de mis complejos, de mis mayores errores.
Madre de superación, por ellos y pese a ellos,
cuando me decía (¿basádose en qué?) "Tú puedes hacerlo"
Y maldecía en mis adentros, no su fe, su esperanza en mí. Y me ponía. Y surgía
la idea feliz.
Y resolvía.
Madre Esperanza
siempre en mí.
Madre Esperanza
con todo su amor puesto en mí.

Yo no se si tengo fe
Pero tengo Esperanza
y su Amor
Y para esta feliz idea,
gracias a Dios,
no necesito de mayor fe
ni mejor don


A Isabel
mi madre
mi esperanza
A todas vuestras madres (especialmente la tuya, amiga mía)
con toda esperanza

martes, 24 de agosto de 2010

¿Tercio excluso?

Íbamos discutiendo, en el mejor sentido del término, mi chica y yo, camino de una "escapada romántica", a la ciudad encantada de cuenca, valga la redundancia, la validez de esta célebre frase o refrán:

"No es más rico el que más tiene
sino el que menos necesita"  

Un servidor argumentaba -y lo sigo manteniendo- que la disyuntiva así presentada es una falacia: Quien tiene riqueza, ese es rico; cuestión muy distinta será aceptar cualquier arbritaria definición de 'riqueza' que nos permita apoyar una u otra de las aseveraciones propuestas.
Pero el caso es que ninguna de las dos soportaría un básico análisis metamatemático (y perdón por el palabro):

El que todo lo cree tener, anda engañado: siempre le faltará la necesidad de tener. Pues, como en aquella fábula, la exquisitez del sencillo plato solo la da el hambre de muchos días atrasada.
Y el que menos necesita, ¿no irá muy sobrado de sí?... pues debiéramos admitir que cuando uno encuentra algo extraordináriamente bueno, lo queremos todo de ello; todo. Y el resto, sencillamente, no es que sobre o no se necesite: podemos considerarlo, como aquél, incluso basura puesto que es nada comparado con el todo que poseemos.


Así pues, ¿qué concluiremos? ¿Es rico quien todo posee (pero no es poseido) o lo es más el que menos necesita (y por lo tanto no es necesitado)?
¿O habrá un tercio excluído, una tercera opción más saludable que al tiempo de necesitarlo todo, todo lo de por conseguido?
Hará falta mucha Sabiduría, sin duda, para encontrar la piedra angular con la que edificar tal respuesta.


Mientras tanto, unas fotos de la escapada



domingo, 15 de agosto de 2010

A Zaragoza



Hace unos días mi hijo mayor celebró sus 22 años.

Al acabar el bachillerato y el selectivo (en el cual sacó bastante buena nota) cumplió lo que nos andaba anunciando... y su madre y yo rezábamos para que no realizara: se iba a los "paracas". Dos años en la brigada paracaidista, en Madrid

Para matarlo

Justa venganza por haber asesinado él nuestros sueños. Sin piedad; digo, sin atender nuestro consejo. Con toda su total y libre voluntad.

Después ingresó en la UME y, en ella, a realizar cursos de transmisiones y afines relacionados con emergencias.

Y la nuestra (emergencia) se fue calmando: ese sentimiento en nosotros de no haber hecho, quizás, lo suficiente; de no haber mostrado lo suficiente

Pudo haber intentando realizar varias carreras: ingenierías u otras licenciaturas. No le llamaban.

Le atraía, le atrae y, a estas alturas espero que le siga atrayendo siempre, la acción

Con la nueva ley de acceso a las Academias Militares se nos va a Zaragoza

Está contento. Y sonríe; y hasta nos hace reir con ese humor suyo tan particular... (¿de quién lo habrá heredado?)

Y para mi chica y para mí, esto es más que suficiente

En su día, hace casi todos de esos años, ni a él ni a su hermano algo más pequeño les dejábamos ver a Los Simpson (por evidentísimas, entoces -como ahora- razones) .

Y sin embargo, hasta de lo no deseable surgen frutos apetecibles. Considerad esta frase de Bart, después de haber estudiado y rezado como nunca para así aprobar por los pelos un exámen que le pudo costar haber repetido curso... con sus fatalísimas consecuencias:

"Parte de este suficiente se lo debo a Dios"


Pues bien, mi chica y yo debemos dar razón de nuestra esperanza, hoy, cuando "el toro" está pasando. Y proclamar que parte de este "aprobado" que ahora creemos más que suficiente, se lo debemos a Dios.

sábado, 14 de agosto de 2010

Porque creo, hablo

Siempre he creido en la "comunión de los santos"
De chico, quizás como "la reunión de los sabios"
Ahora que sé de la Sabiduría
(y que saber de no significa, para nada, poseer)
valoro, 

como aquél que lo vende todo por un terreno que, confía, guarda un tesoro, 
simplemente ello:
CREER

Amiga mía

¡sigámos dando razones de nuestra esperanza!

A Nori...

A todas...

A mi chica.

miércoles, 11 de agosto de 2010

Inteligencia

Inteligencia artifical
Inteligencia natural
Inteligencia emocional
Inteligencia competitiva
Inteligencia evolutiva
Inteligencia adaptativa
Inteligencia asociativa
Inteligencia espacial
Inteligencia temporal
Inteligencia animal
Inteligencia humana
Inteligencia social
Inteligencia analítica
Inteligencia experimental
Inteligencia creativa
Inteligencia práctica
Inteligencia dogmática
Inteligencia pragmática
Inteligencia logico-matemática
Inteligencia musical
Inteligencia corporal
Inteligencia espiritual
Inteligente Inteligencia...




De todas ellas, prefiero la Sabiduría


Pd.
Con tristeza... no. Con melancolía... no. Con nostalgia, quizás.
Con pena... no sé.
Pero dentro de poco empezaré a no ver a mis primeros amigos "a la primera" ahí a "mi derecha"
Habré de buscaros, pues, "por mi izquierda"


En el Amigo y en la Sabiduría
Al + Mc
(Eliana, gracias por estar ahí)

domingo, 8 de agosto de 2010

Y vió Dios que (no) era bueno

“En el principio creó Dios el cielo y la tierra (…);  así fue. Vio Dios cuanto había hecho y todo estaba muy bien”
“El día en que hizo Yahvé Dios la tierra y el cielo (…) dijo luego: ‘No es bueno que el hombre esté solo”

¿Cómo es eso que Dios vea la creación entera como buena y no así la soledad del hombre?
¿Cómo, insisto, si lo creado por Dios es bueno puede surgir, circunstancial, algo, aunque no necesariamente malo, sí rechazado porque definitivamente no es deseable por el Creador?
¿Un Ser Eterno y Todopoderoso no tendría que haber previsto este presente? Debemos concluir que sí.

Pero antes, atendamos otra velada pregunta: ¿Cómo que el hombre podía estar solo,  si Dios mismo paseaba con él en el Jardín del Edén?
Aunque que acordemos que estos paseos se dieron cuando el hombre no estaba intrinsicamente solo, esto es, cuando ya se había unido a Eva, su compañera, la pregunta queda ahí. Si la Iglesia y sus doctores nos enseñan que la máxima felicidad del hombre es gozar de la presencia de Dios… ¿cómo Dios Padre puede decir que no es bueno que el hombre esté solo en su presencia? ¿Debemos admitir que en el principio el hombre no disfrutaba de la compañía de su Creador? Más no parece que a ello contribuya la forma  verbal del mandato prohibitivo (justo antes de la exclamación que estamos abordando) de comer del árbol de la ciencia del bien y del mal: “Puedes comer...”, dicho así como de una persona a otra presente.
Dejemos, de momento, la cuestión de cómo podía estar solo el hombre… aun en esta ‘hora de la brisa’ y ahondemos cuál puede ser su significado; cuáles pueden ser sus consecuencias.

¿Y si desde el principio quiso Dios que el hombre necesitase del Hombre para su perfecta (y así posible) relación con El? ¿Pudiera ser?

Así como “No hay amor más grande que dar la vida por los amigos” quizás asimismo no exista pecado que más empequeñezca que el egoísmo de morir para uno mismo; una muerte en soledad (que no solo).
Porque el pecado (una palabra tan vacía ya de su original significado que prefiero llamarlo ignorancia), los errores del hombre, se deben a su falta de sabiduría de lo que es bueno y de lo que es malo; y de su pretensión de querer alcanzarla mordiendo su ciencia…
“Perdónalos Padre, pues no saben lo que hacen”.
“No sabéis lo que pedís”
“No sabemos pedir lo que nos conviene”
No sabemos lo que hacemos ni lo que decimos ni lo que pedimos; ni cómo hacer, ni cómo decir, ni cómo pedir para alcanzar sabiduría… que sin duda es lo más grave
Como jovial y jocosamente decimos en mi tierra, “necesitamos un hombre”
Un hombre que nos responda qué hacer: "El que tenga dos túnicas que reparta con quien no tenga ninguna; y el que tenga alimentos que haga lo mismo…"
¿Sencillo? ¡Algo del todo imposible para el hombre solitario!
Mas, no es suficiente respuesta. Puede estar un hombre solo aun rodeado de otros iguales (solitarios). Así, el paralítico de la piscina diría: “Señor, no tengo un hombre que me ayude …(1)”

Pero si os parece, para no cansar vuestra amabilidad, continuamos otro día; con la necesaria encarnación del Hombre

(1) Normalmente se traduce como: “Señor, no tengo a nadie…” He recogido ésta en una referencia de “El testimonio personal de San Pablo” de Luis Mª de Lojendo  O.S.B.